domingo, 15 de noviembre de 2015

15 de noviembre de 2015.



La información es poder. Es culpa, vergüenza y tristeza, pudiendo ser también orgullo, felicidad como fuerza para mejorar. Las noticias internacionales hoy me lo vuelven a recordar. 


En pleno siglo XXI, dependiendo de la zona en que te haya tocado nacer, tu vida puede ser diametralmente opuesta a la de otro habitante del planeta. Así ha sido siempre y las expectativas no invitan a que esto cambie en un futuro próximo.

Mis preocupaciones y problemas, por leves que resulten en comparación a los de una persona en situación de pobreza, me afectan en mi día a día. Se me cae el pelo, estoy ausente, no puedo dormir y mis capacidades se ven reducidas. No me estoy excusando, es la realidad.

Pero ocurre que, cuando salgo de mi burbuja y la información referente a las situaciones de aquellos otros cohabitantes de mi planeta que viven situaciones de terror, llega a mí, me siento responsable, culpable y avergonzado. Horrorizado. Y lo que más, triste.

Vivimos en una sociedad realmente egoísta. Si permitimos que especuladores y personas desalmadas nos roben diariamente, a nosotros, nuestros vecinos y familias, tanto dinero como derechos… ¿cómo vamos a actuar para defender a aquellos que tienen todavía menos y que se encuentran a miles de kilómetros de distancia?

Muchos pensarán: “En España hay niños por debajo del umbral de la pobreza, ¿cómo vamos a poder socorrer a otros que en un principio tan sólo minarán nuestros recursos todavía más? Familias se quedan en la calle porque sus deudas les superan, ¿acaso mis impuestos deben ayudar a refugiados de otros países en lugar de a vagabundos en mi propia ciudad?”. 

No soy ningún experto, pero no hay que ser ningún lince para encontrar errores en nuestra política de los últimos años demasiado grandes y corregibles. Profesionales politólogos y economistas esconden una realidad mucho más optimista y lógica de lo que creemos, tras palabras y discursos vacíos de preocupación o alma. 

Pisoteamos nuestra potencial solidaridad todos los días. Los seres humanos somos sociales por naturaleza, todos conocemos esa frase. Nos sentimos mejor cuando ayudamos a otra persona que cuando tiramos el dinero por una televisión nueva. Pero en cambio es lo segundo aquello que no dejamos de hacer. ¿Por qué? Lo repito, no soy ningún experto y no lo sé, por favor contestadme si lo sabéis.

Contamos con los recursos para mejorar las cosas. Podemos crear trabajo y de calidad en nuestro propio pueblo, ciudad y país. Podemos conseguir el dinero para investigar en enfermedades, para ayudas sociales y crecer. Sabemos que cuando queremos, podemos conseguir aquello que nos propongamos. Pero se nos olvida a diario.

Deberíamos dejar de pensar como personas que sólo se preocupan de sus propios problemas. Porque si lo hiciésemos, aunque fuese un poquito, aprenderíamos de los demás, conoceríamos experiencias que nos ayudarían a madurar e implementar nuestras vidas. Necesitamos abrir nuestras mentes y mirar más allá. Ver el poder que hay en todo aquello que nos rodea para aprovecharlo y poder tomarlo como una ventaja más.


Demasiados días siento una impotencia enorme que me incapacita para poder cambiar las cosas. Cosas en mi vida, en la de aquellos que me rodean y en la sociedad que me ha tocado vivir. No veo posibilidades y considerando mi edad, me apena haber abandonado tan pronto.
Trato de no empeorar nada cuando lo que debería intentar es mejorar todo.

Tampoco soy un iluso que cree que todas estas abstractas ideas sean fáciles. Si lo fuesen no estaríamos donde estamos. Perdiendo un estado de bienestar a partir del cual deberíamos mejorar en lugar de retroceder. Viendo como gobiernos elegidos democráticamente financian guerras por intereses que no benefician a sus ciudadanos. Mentiras, programas electorales y empresas que mueven millones, ausencia de inversión en el futuro y el presente. Nuestro único planeta se va a la mierda pero nos preocupa más poder llegar antes a un trabajo en el que nos explotan.

Me alegra que tras haber recibido hoy varias dosis de información que seguramente hubiesen tumbado mis ánimos, mi cerebro haya optado por querer ver esperanza allí donde parece que poco se pueda hacer. Porque con menos se han logrado heroicidades. España, Siria, Francia, Egipto, México, Marruecos, China, Colombia, Mozambique, Corea del Norte, Grecia, Irak, India, Tailandia, Ecuador, EEUU, etc. ETC. ETC. 

Se puede lograr un mundo mejor porque hay demasiado que se puede mejorar. No deberíamos tener miedo de lo que nos dicen, sino ser lo suficientemente inteligentes como para saber elegir a qué debemos hacer frente.

Yo creo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario