La
información es poder. Es culpa, vergüenza y tristeza, pudiendo ser también
orgullo, felicidad como fuerza para mejorar. Las noticias internacionales hoy
me lo vuelven a recordar.
En pleno siglo XXI, dependiendo de la zona en que te haya tocado nacer, tu vida puede
ser diametralmente opuesta a la de otro habitante del planeta. Así ha sido
siempre y las expectativas no invitan a que esto cambie en un futuro próximo.
Mis
preocupaciones y problemas, por leves que resulten en comparación a los de una
persona en situación de pobreza, me afectan en mi día a día. Se me cae el pelo,
estoy ausente, no puedo dormir y mis capacidades se ven reducidas. No me estoy
excusando, es la realidad.
Pero
ocurre que, cuando salgo de mi burbuja y la información referente a las situaciones
de aquellos otros cohabitantes de mi planeta que viven situaciones de terror, llega
a mí, me siento responsable, culpable y avergonzado. Horrorizado. Y lo que más,
triste.
Vivimos
en una sociedad realmente egoísta. Si permitimos que especuladores y personas
desalmadas nos roben diariamente, a nosotros, nuestros vecinos y familias,
tanto dinero como derechos… ¿cómo vamos a actuar para defender a aquellos que
tienen todavía menos y que se encuentran a miles de kilómetros de distancia?
Muchos
pensarán: “En España hay niños por debajo del umbral de la pobreza, ¿cómo vamos
a poder socorrer a otros que en un principio tan sólo minarán nuestros recursos
todavía más? Familias se quedan en la calle porque sus deudas les superan,
¿acaso mis impuestos deben ayudar a refugiados de otros países en lugar de a
vagabundos en mi propia ciudad?”.
No soy
ningún experto, pero no hay que ser ningún lince para encontrar errores en
nuestra política de los últimos años demasiado grandes y corregibles.
Profesionales politólogos y economistas esconden una realidad mucho más
optimista y lógica de lo que creemos, tras palabras y discursos vacíos de
preocupación o alma.
Pisoteamos
nuestra potencial solidaridad todos los días. Los seres humanos somos sociales
por naturaleza, todos conocemos esa frase. Nos sentimos mejor cuando ayudamos a
otra persona que cuando tiramos el dinero por una televisión nueva. Pero en
cambio es lo segundo aquello que no dejamos de hacer. ¿Por qué? Lo repito, no
soy ningún experto y no lo sé, por favor contestadme si lo sabéis.
Contamos
con los recursos para mejorar las cosas. Podemos crear trabajo y de calidad en
nuestro propio pueblo, ciudad y país. Podemos conseguir el dinero para
investigar en enfermedades, para ayudas sociales y crecer. Sabemos que cuando
queremos, podemos conseguir aquello que nos propongamos. Pero se nos olvida a
diario.
Deberíamos
dejar de pensar como personas que sólo se preocupan de sus propios problemas.
Porque si lo hiciésemos, aunque fuese un poquito, aprenderíamos de los demás,
conoceríamos experiencias que nos ayudarían a madurar e implementar nuestras
vidas. Necesitamos abrir nuestras mentes y mirar más allá. Ver el poder que hay
en todo aquello que nos rodea para aprovecharlo y poder tomarlo como una
ventaja más.
Demasiados
días siento una impotencia enorme que me incapacita para poder cambiar las
cosas. Cosas en mi vida, en la de aquellos que me rodean y en la sociedad que
me ha tocado vivir. No veo posibilidades y considerando mi edad, me apena haber
abandonado tan pronto.
Trato
de no empeorar nada cuando lo que debería intentar es mejorar todo.
Tampoco
soy un iluso que cree que todas estas abstractas ideas sean fáciles. Si lo
fuesen no estaríamos donde estamos. Perdiendo un estado de bienestar a partir
del cual deberíamos mejorar en lugar de retroceder. Viendo como gobiernos
elegidos democráticamente financian guerras por intereses que no benefician a
sus ciudadanos. Mentiras, programas electorales y empresas que mueven millones,
ausencia de inversión en el futuro y el presente. Nuestro único planeta se va a
la mierda pero nos preocupa más poder llegar antes a un trabajo en el que nos
explotan.
Me
alegra que tras haber recibido hoy varias dosis de información que seguramente
hubiesen tumbado mis ánimos, mi cerebro haya optado por querer ver esperanza
allí donde parece que poco se pueda hacer. Porque con menos se han logrado
heroicidades. España, Siria, Francia, Egipto, México, Marruecos, China, Colombia,
Mozambique, Corea del Norte, Grecia, Irak, India, Tailandia, Ecuador, EEUU,
etc. ETC. ETC.
Se puede
lograr un mundo mejor porque hay demasiado que se puede mejorar. No deberíamos
tener miedo de lo que nos dicen, sino ser lo suficientemente inteligentes como
para saber elegir a qué debemos hacer frente.
Yo
creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario